
El auge del vino desalcoholizado: ¿Una nueva forma de socializar?
La reconocida Master of Wine Liz Thach afirma: «Como amante del vino, si el vino desalcoholizado es la única manera de salvar nuestros queridos viñedos, entonces creo que es una opción viable».
El pasado mes de febrero, Yolanda Martínez, Project Manager en Exitalia, asistió a Degré Zero, organizado por Break Events. Un evento celebrado en París y dedicado exclusivamente a vinos y bebidas sin alcohol. Este encuentro, que reunió a 63 expositores de distintos países, principalmente de Francia, puso en evidencia el creciente interés de los consumidores por esta categoría. Lo que en un principio parecía una moda pasajera se ha consolidado como una tendencia en auge dentro del mercado global.
Disminución del consumo de alcohol en las nuevas generaciones
Uno de los factores clave detrás del crecimiento del vino desalcoholizado es el cambio en los hábitos de consumo de las nuevas generaciones. Un estudio de 2018 de Berenberg Research reveló que la Generación Z (nacidos entre 1996 y 2012) consume un 20 % menos de alcohol per cápita que los millennials en su juventud. Además, el 64 % de los encuestados afirmó que espera beber menos en su vida adulta que las generaciones anteriores.
Estos datos han sido respaldados por encuestas como la de Gallup en Estados Unidos, que señala que solo el 38 % de los jóvenes entre 18 y 34 años se consideran bebedores regulares. Este fenómeno de sobriedad responde no solo a preocupaciones sobre la salud, sino también a factores culturales y sociales. La diversidad cultural de la Generación Z, especialmente en Estados Unidos y muchos países europeos, influye en la forma en que se relacionan con el alcohol. Razones religiosas, culturales y familiares juegan un papel crucial en esta disminución del consumo.
Un mercado en plena expansión
El crecimiento del interés en el vino desalcoholizado ha atraído a productores de renombre.
Por ejemplo, Codorníu lleva más de nueve años elaborando un espumoso sin alcohol y recientemente amplió su gama con opciones de vino blanco y tinto tranquilos. También Familia Torres, pionera en este segmento en España, inició su andadura en 2008 con «Natureo White», una gama que ha crecido para incluir tintos, rosados y espumosos.
Empresas como Zeno, que produce vinos en Castilla-La Mancha, se han posicionado con éxito en mercados como Reino Unido. En Burdeos, Les Vignerons Réunis de Monsegur ha lanzado su espumoso EdmOndBarbe 0 % para satisfacer la demanda en regiones donde el consumo de alcohol es limitado por razones culturales o religiosas.
Las estrategias innovadoras también están marcando el camino: la marca Cypher ha tenido gran éxito en Norteamérica gracias a su formato en lata, mientras que Château La Coste ha apostado por su línea premium Nooh, enfocada en espumosos sin alcohol.
Incluso en el exclusivo mundo del champagne, marcas de prestigio como Taittinger y French Bloom han lanzado versiones sin alcohol de alta gama, alcanzando precios que pueden llegar a los $100 por botella. Esto confirma que el vino desalcoholizado puede posicionarse también como un producto de lujo.
Desafíos para las bodegas tradicionales
A pesar del creciente optimismo en torno a esta categoría, muchas bodegas aún dudan en dar el salto. La producción de vino desalcoholizado implica una inversión significativa en tecnología y un cambio en la mentalidad de la industria. Para las bodegas más pequeñas, con márgenes reducidos, esta transformación puede parecer más un reto que una oportunidad.
Los avances tecnológicos han mejorado notablemente la calidad del vino desalcoholizado, haciendo más viable su producción. Métodos como la desalcoholización en frío y tecnologías como la Clear Ale de BevZero permiten conservar mejor los aromas y la estructura del vino, reduciendo la necesidad de añadir azúcar para compensar la pérdida de sabor. A medida que la tecnología avanza, los costes de producción tienden a disminuir, facilitando el acceso a esta categoría.
El potencial de las marcas premium 0 % alcohol
«La desalcoholización definitivamente representa una oportunidad para los productores en Burdeos», afirma Anne-Sophie Sobecki, responsable de marketing y comunicación de Bordeaux Families. «No podemos seguir produciendo vino tinto de Burdeos si no hay demanda. La desalcoholización es una gran forma de diversificarse y aprovechar un mercado en crecimiento con buenas oportunidades de premiumización».
Un ejemplo del potencial premium del vino desalcoholizado es la marca French Bloom, cuyo cuvée superior tiene un precio de $119. Su rápido éxito, duplicando sus ventas cada año desde su lanzamiento en 2021, llevó a Moët Hennessy a adquirir una participación minoritaria en la marca en 2023.
Según su cofundadora, Maggie Frerejean-Taittinger, el objetivo es llegar a un público que, por diversas razones, no quiere o no puede consumir alcohol. «Quería crear un vino espumoso que cumpliera con los estándares más exigentes: 0.0 % ABV, orgánico, sin sulfitos, sin azúcar añadido ni conservantes, garantizando pureza y un enfoque en el bienestar», explica.
Por ello, se espera que más bodegas inviertan en la producción de vino desalcoholizado, ampliando la oferta y mejorando la calidad de estos productos en los próximos años.
El futuro del vino desalcoholizado
El vino desalcoholizado está dejando de ser visto como una simple moda pasajera para consolidarse como una tendencia que está redefiniendo los hábitos de consumo en España y transformando la industria vinícola. Lejos de sustituir al vino tradicional, esta alternativa se presenta como una opción complementaria para quienes desean disfrutar de una copa sin los efectos del alcohol. Situaciones como conducir, tomar medicamentos o simplemente querer evitar el consumo de alcohol encuentran en este tipo de vino una solución ideal.
La reconocida Master of Wine Liz Thach afirma: «Como amante del vino, si el vino desalcoholizado es la única manera de salvar nuestros queridos viñedos, entonces creo que es una opción viable».
Este comentario refleja la opinión de varios expertos que ven en el vino desalcoholizado una oportunidad, no una amenaza. El verdadero desafío para la industria parece estar en adaptarse a las nuevas tendencias y preferencias de los consumidores, en lugar de esperar que estos se ajusten a lo que tradicionalmente han ofrecido las bodegas.
El sector cervecero ya logró integrar sus versiones sin alcohol en la vida cotidiana de los españoles, convirtiéndolas en una opción habitual en bares y reuniones sociales. ¿Ocurrirá lo mismo con el vino?
La industria vinícola española enfrenta una decisión crucial: ¿Sabrá aprovechar esta nueva categoría como una oportunidad de crecimiento o la rechazará como una amenaza? En un contexto donde el consumo de vino enfrenta un descenso a nivel global, esta alternativa podría ser clave para revitalizar el sector.
España, como el país con mayor superficie de viñedo del mundo y el segundo mayor productor de vino, debe reflexionar sobre este cambio. Además, una parte significativa de nuestra economía depende de esta industria.
¿Qué opinas tú? ¿Está el vino desalcoholizado destinado a formar parte de nuestra cultura vinícola?
Yolanda Martínez García
Project Manager Exitalia International Consulting
yolanda.martinez@exitalia.com